Juneth López

Soy una madre dedicada de cinco maravillosos niños: tres preciosas niñas y dos valientes varones, todos bendecidos con la singularidad del autismo. La vida me lanzó al abismo de la incertidumbre cuando, a la edad de dos años y medio, recibí el diagnóstico de autismo para mis pequeños. En ese momento, me sentí abrumada, perdida entre un mar de preguntas sin respuestas claras. Recuerdo claramente una pregunta que resonaba en mi mente: "¿Mis hijos se van a morir?" La respuesta del neurólogo, negando tal posibilidad, fue un rayo de esperanza que me reconfortó y agradecí profundamente a Dios por esa oportunidad.

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El camino que se extendía frente a mí estaba lleno de desafíos y obstáculos, pero también de amor incondicional y determinación. Cuando el médico me advirtió sobre las dificultades que mis hijos enfrentarían, desde la posibilidad de no hablar hasta la necesidad de terapias extensas, respondí con una convicción inquebrantable: "Si todo depende de mí, todo estará bien".

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Con el correr de los años, mis hijos crecieron y florecieron, convirtiéndose en jóvenes hermosos con corazones nobles y puros. Mi vida tomó un rumbo completamente nuevo mientras me sumergía de lleno en el mundo del autismo, buscando conocimiento y entendimiento en libros y estudios. Fue entonces cuando descubrí mi verdadero propósito: ayudar a otras madres y familias a alcanzar la misma calidad de vida que yo había encontrado a través de mi método "Autismo Sin Límites", basado en quince años de experiencia y aprendizaje continuo.

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Mi compromiso con esta causa me llevó a trabajar como voluntaria en educación especial en escuelas, y en 2019 me convertí en terapeuta de comportamiento, ofreciendo apoyo tanto a niños como a sus familias en el camino hacia el bienestar y la inclusión. Además, he involucrado a mi hija Isabella en estas actividades, inspirándola a dedicar tiempo voluntario para ayudar a otros niños con necesidades especiales.

Hoy, sé quién soy y hacia dónde me dirijo. Soy una madre, una terapeuta y una defensora apasionada de aquellos que, como mis hijos, merecen ser vistos, comprendidos y amados en su totalidad. Mi viaje está lejos de terminar, pero con cada paso, sé que estoy cumpliendo mi propósito y dejando una huella de amor y esperanza en el mundo.